Tijuana

Playas de Tijuana aparece plagada de langostilla roja


Publicado el: 8 de junio de 2017.

Playas de Tijuana aparece plagada de langostilla roja otra vez. Recordamos a la comunidad que este animal NO ES una langosta y no es comestible para el ser humano.

La langostilla roja (Pleuroncodes planipes, Stimpson, 1860) es un crustáceo decápodo de la familia Galatheidae que habita la costa oeste de Norteamérica y la plataforma continental de las costas de Baja California desde los 11º a 37°N, forma parte de algunas pesquerías (camarón, atún, sardina) del Pacifico mexicano, como fauna de acompañamiento. Actualmente, es un recurso no utilizado, pero que ha sido calificado por diversos autores como una importante fuente marina potencial para industrias tales como la de alimentos, farmacéutica y de cosméticos (Kato, 1974; Spinelli et al., 2000, Vega Villasante et al., 2002).

Aurioles-Gamboa (1995) planteó que podrían capturarse 40,000 toneladas de langostilla bento-pelágica durante la fase inicial de la pesquería con el fin de no abatir el recurso, generando una pesquería sustentable que permita la obtención de biomasa susceptible de aprovechamiento a escala industrial.

Se han realizado diversas investigaciones sobre la calidad nutricional de la langostilla, al emplearla en forma de harina como ingrediente en alimentos experimentales para camarones peneidos; sin embargo, hasta ahora los estudios se han enfocado principalmente al uso de la harina de langostilla como sustituto parcial o total de las harinas de pescado, cabeza de camarón o pasta de soya, en alimentos para diversas especies de camarones de cultivo, midiendo el efecto que esto produce en la supervivencia y el crecimiento de los organismos, así como el efecto sobre la digestibilidad in vivo de nutrientes (Civera-Cerecedo et al., 1992; Villareal & Castro, 1992; Civera et al., 1994; Villareal et al., 1994; Casillas & Magallón, 1998). De estos trabajos los autores concluyeron que la langostilla no sólo es un ingrediente viable para sustituir a las harinas convencionales, sino que a ciertos niveles de inclusión en la dieta, permite acelerar el crecimiento, aumentar la actividad proteolítica en el hepatopáncreas, mejorar la supervivencia y la pigmentación así como conferir al alimento una mayor digestibilidad de proteína, lípidos y atractabilidad, considerado que tales efectos no siempre corresponden con su simple calidad nutricional.

Los estudios realizados hasta el momento en cuanto a composición química de este recurso y a su utilización en la alimentación de crustáceos, se han basado solamente en su contenido de nutrientes; sin embargo, en los últimos años se ha estimulado mucho el estudio de la interacción alimentos-salud y se ha acuñado el nombre de «alimentos funcionales», en los que se acepta el papel de los componentes alimenticios como nutrientes esenciales para el mantenimiento de la vida y de la salud, pero también se tienen en cuenta otros compuestos no nutricionales que contribuyen a prevenir o retardar las enfermedades; este punto de vista se ha convertido en un área de mucho interés para las grandes compañías de alimentos (Best,1997; Hollingworth, 1997). Los alimentos por lo tanto no pueden seguir siendo evaluados solo en términos de su aporte de macro o micronutrientes.


Publicado el: 8 de junio de 2017.

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