POLÍTICOS DE CARRERA
Publicado el: 5 de octubre de 2017.
Columna por Francisco Ruíz
A todos nos agrada que “nos echen porras”, eso es, me atrevo a decir, parte de la naturaleza del ser humano. La realidad es que no obra nada negativo en ello, siempre que esta se mantenga bajo control y no eleve demasiado nuestro ego.
Parto de esta idea para referirme a la habitual conducta de los férreos militantes partidistas, quienes con una visión extremadamente parcial observan exclusivamente las bondades de su partido y desdeñan ferozmente toda aquella actitud que le cuestione en lo más mínimo. Para fines prácticos, lo anterior se traduce en las “cataratas” propiciadas por el fanatismo que inhibe sus sentidos para apreciar con objetividad, racionalidad y decoro, todo aquello en lo cual pueden mejorar como institución, como políticos, como ciudadanos; en lo particular y en lo colectivo.
La obstinación en los partidos políticos es una constante que impide identificar sus debilidades y los desvían de los caminos que pueden conducirlos al éxito. Pretender que el “aplausómetro” que encienden durante sus eventos y ahora en las redes sociales, para medir la acotada capacidad de sus acarreados y paleros atiende a una visión extremadamente limitada, conformista y retrógrada. En otras palabras, se trata de escuchar sólo a las voces que ellos mismos “promueven”.
Otra situación que ilustra irremediablemente mi teoría es aquella que admite criticar…pero sólo al de enfrente. Es decir, interpretan el verbo “criticar” como un sinónimo de “atacar”, sin considerar que la autocrítica es una herramienta de suma utilidad ya que da paso al mejoramiento del partido político, desde lo estructural y normativo hasta lo operativo y conductual.
Otro ejemplo clarísimo, es la idea que persiste para legar a las futuras generaciones su patrimonio partidista. Sin duda, una muy noble intención, lo lamentable es que se trata de ejercicios mediante los cuales dirigen esa posibilidad a los “ahijados” que aseguren la permanencia de las voluntades vigentes.
Porfirio Díaz aseguró que le hubiese gustado ser un militar de carrera y no a la carrera, es decir, contar con una formación profesional para servir a la Patria, partiendo del aprendizaje que ofrece el reconocimiento de todo error. Por su parte, en la política, la autocrítica es el primer deber de los simpatizantes, para aceptar sus errores, mejorar y retomar el rumbo.
PS.- “Para enseñar a los demás, primero has de hacer tú algo muy duro: has de enderezarte a ti mismo”, Buda.
* El autor es maestrando en Comunicación Política, analista político. Contacto: @FranciscoRuHe oteroymestas@gmail.com
Tijuana, B. C.
Publicado el: 5 de octubre de 2017.